Los recientes atentados contra guardianes del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) han generado un clima de temor dentro de la institución. En medio de la amenaza de un presunto “plan pistola” que se extiende por varias regiones del país, funcionarios penitenciarios analizan la posibilidad de una renuncia masiva ante la falta de garantías de seguridad. Durante una reunión reciente entre directivos del Inpec y miembros de inteligencia de la Policía, se conocieron los primeros indicios sobre los posibles responsables de los ataques. Las autoridades apuntan a dos cabecillas de estructuras criminales: Andrés Felipe Marín, alias Pipe Tuluá, presunto líder de la banda La Inmaculada, y alias Chinga Pipe, señalado de controlar rutas de microtráfico desde la cárcel Villahermosa,

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