‘Les Enfants rouges’, la última película del cineasta tunecino, es un ejercicio de memoria colectiva, que retrata cómo un niño enfrenta el duelo tras la muerte, con el telón de fondo de un atentado terrorista

En noviembre de 2015, un ataque perpetrado por un grupo terrorista islamista sacudía a la sociedad en Túnez. En la montaña de Mghila, un joven pastor era degollado y su primo obligado a transportar la cabeza hasta su aldea. El cuerpo quedó abandonado en la sierra y, mientras intentaban encontrarlo, la familia conservó la cabeza en el frigorífico de su casa.

El suceso, documentado de forma macabra por los medios locales que se trasladaron a la zona, quedó marcado en la memoria colectiva del país. Mientras el mundo entero miraba a París, donde por esas fechas se había producido el

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