Más allá de los altares y los caminos de pétalos que guían a los difuntos cada noviembre, el cempasúchil encierra una historia que brota entre la devoción y la ciencia.
Esta flor, tan profundamente arraigada en la tradición mexicana, guarda también secretos terapéuticos que la medicina moderna comienza a redescubrir.
Su nombre proviene del náhuatl ‘Cempohualxochitl’, que significa ‘veinte flores’. De color anaranjado y aroma intenso, su presencia domina los mercados y los cementerios durante el Día de los Muertos.
Según la cosmovisión prehispánica, sus pétalos guardan el calor del sol y trazan el camino luminoso que conduce a las almas de regreso al hogar. En esa dualidad entre la vida y la muerte, el cempasúchil ha logrado trascender generaciones, conservando su papel como símbolo y co