La litiasis renal —popularmente conocida como piedras en el riñón — afecta a entre el 5 % y el 10 % de la población . Muchas veces se desarrolla en silencio: los cristales de calcio, oxalato o ácido úrico se van acumulando poco a poco en la orina, sin dar señales. Y, de repente, cuando esos cálculos crecen o bloquean el paso de la orina, aparecen el dolor y las complicaciones.

“En muchos pacientes, las piedras se forman sin dar síntomas, y sólo se detectan cuando ya hay dolor intenso o incluso una infección ”, explica el Dr. Francisco Blasco , especialista en Urología en el Hospital Universitari Dexeus de Barcelona, del Grupo Quirónsalud . De ahí la importancia de la prevención , especialmente en personas que ya han tenido episodios previos.

El dolor que avisa

El síntoma más reconocible es el cólico nefrítico : un dolor muy intenso en la zona media de la espalda o en un costado que puede irradiarse hasta la ingle. Es súbito, incapacitante, y muchas veces viene acompañado de náuseas, vómitos o la presencia de sangre en la orina. Si además hay fiebre y escalofríos, suele indicar que existe una infección asociada.

Qué favorece su aparición y cómo prevenirlo

Las piedras en el riñón no aparecen de la nada. Beber poca agua, abusar de la sal, las proteínas animales o los azúcares, la obesidad, la diabetes tipo 2 o ciertos medicamentos son factores que aumentan el riesgo. También influyen los antecedentes familiares: si en casa ya ha habido casos, conviene estar especialmente atentos.

Lo positivo es que gran parte de los casos se pueden evitar . Beber entre dos y tres litros de agua al día, y más en verano, es fundamental. “La orina debe ser clara: si es amarilla oscura, probablemente estás bebiendo poca agua”, apunta el Dr. Blasco. Reducir el consumo de alimentos como embutidos, marisco, chocolate o frutos secos, y mantener un peso saludable con dieta equilibrada y ejercicio regular, completan la receta de la prevención.

Opciones de tratamiento

Cuando el cálculo ya está ahí, el tratamiento dependerá de su tamaño y ubicación . A veces basta con medicación para calmar el dolor y facilitar su expulsión natural. En otros casos se utilizan técnicas avanzadas , como la litotricia extracorpórea, que rompe la piedra mediante ondas de choque, o la ureteroscopia con láser. Para cálculos más grandes, se puede recurrir a cirugía percutánea o a la RIRS , que accede al riñón a través del uréter.

El seguimiento siempre es clave : el análisis del cálculo y el estudio metabólico ayudan a identificar la causa y a diseñar medidas personalizadas para evitar que vuelva a aparecer. “ Cambios en los hábitos diarios pueden marcar una gran diferencia en la prevención . Y en pacientes con antecedentes, el control debe ser aún más estrecho para evitar recurrencias”, insiste el Dr. Blasco .