Entre la actualización visual y la nostalgia retrofuturista, Tron: Ares, dirigida por Joachim Rønning y protagonizada por Jared Leto, es una de esas películas de ciencia ficción que deslumbran por fuera pero que carecen de la solidez argumental para trascender el mero espectáculo.
El código de permanencia es la clave de esta tercera entrega de la saga ciberpunk iniciada en 1982 (y continuada en 2010 con Tron: el legado). Ares, el programa de IA antropomórfico interpretado por Leto, es enviado al mundo real por su creador, Julian Dillinger (Evan Peters), a robar ese código, que permitiría prolongar su existencia dentro de La Red, con los previsibles fines militares y de lucro.
Si bien respeta el espíritu de los personajes creados por Steven Lisberger y Bonnie MacBird, el filme apuesta más