Yo creo que no debe de haber algo más gratificante para un tipo que no tiene hijos que ver a dos criaturas saltar del sillón apenas lo ven llegar, y a los gritos:
–¡Vino el tío Pipo!
Se abalanzan las dos sin casi dejarle tiempo para sacarse la mochila y le tiran los lentes de sol al piso.
Lo más gratificante para este tipo debe de ser que ni siquiera es el tío legal, por decirlo de alguna forma, ya que no los une ningún lazo sanguíneo ni familiar. El árbol genealógico pasa muy lejos.
Pero acá lo que une a esas dos niñas que corren a abrazarlo es un lazo de afecto, de cariño, de amor genuino por un tipo que se transformó en familia.
Retroceder 20 años
Para el comienzo de esta historia, hay que viajar unos 20 años atrás, a una cabina de prensa del estadio de Estudiantes de Río Cuarto.