A las ocho de la mañana suena el primer timbre. Fátima Evangelina Ruiz Díaz está lista para arrancar su jornada. No importa si durmió poco, si se acostó a la una de la madrugada o si arrastra el dolor de una lesión. A esa hora está en la escuela, dando clases de matemáticas. A las cinco de la tarde cierra el aula, guarda su bolso, y se dirige a su segundo destino, el profesorado, donde estudia de 17.30 a 22 para poder dar clases en secundaria.

Entre medio tiene una hora y media de receso. Podría descansar, revisar apuntes, pero Fátima se dirige al gimnasio. Porque además de docente, es campeona nacional de powerlifting , un deporte de fuerza en el que se levantan kilos impensados en sentadilla, press de banca y peso muerto.

Cuando sale a las 22 de la clase, no vuelve a su casa sino

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