El mapa energético europeo está cambiando a una velocidad que pocos habrían imaginado hace apenas tres años. Los viejos gaseoductos que unían Siberia con el corazón industrial de la UE han quedado relegados, mientras nuevas rutas y alianzas reconfiguran el tablero de poder en torno al gas. El viejo continente proclama su propósito de aislar a Moscú, pero en el centro del continente se dibuja una excepción que altera el guion previsto y que puede cambiar el equilibrio de fuerzas en los próximos inviernos.
Un mapa en transformación. Sí, el mapa del gas europeo ha cambiado radicalmente en pocos años, hasta el punto de que este invierno de 2025 es el primero en décadas en el que el gas ruso deja de ser determinante en el conjunto de la Unión Europea. Tras la invasión de Ucrania en 2022