Ya hace bastante tiempo que Tadej Pogacar juega a otra cosa . Ya no es sólo ganar, que lo hace cada vez que corre. Es que buena parte de la atención de las carreras se centra en cuándo será el momento en que arrancará sin mirar atrás. ¿Será a 70 kilómetros de meta? ¿Doblará la apuesta y lo hará cuando falten cien? En Il Lombardía tardó un poco más, pero el efecto fue el mismo. En el momento elegido atacó, se fue y ya lo vieron en meta.

Fue, más o menos, a mediación del Passo di Ganda, con unos 37 kilómetros aún por delante y cuando todavía estaba en cabeza de carrera el siempre obstinado y generoso Quinn Simmons, que hizo añicos la fuga del día y estuvo casi una hora rodando solo al frente de la prueba, a la espera de lo que hiciera el coloso balcánico. Que, obviamente, no falló. Esta

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