Raúl Casado
Madrid, 11 oct (EFE).- Los ciberdelincuentes aprenden español, y conscientes de que los mensajes se procesan mejor en la lengua nativa y con un lenguaje próximo y cercano, están exprimiendo al máximo el idioma para mejorar la eficacia de sus ataques; son amenazas, cada vez más personalizadas y sofisticadas, gracias también a la inteligencia artificial.
Porque cuando un mensaje (aunque sea un ataque) se procesa con facilidad, el cerebro tiende a juzgarlo como si fuera más creíble, y los usuarios tienden a bajar la guardia cuando reciben avisos o notificaciones en los que el ciberdelincuente se dirige a ellos personalmente; de usted, de tú e incluso aprovechando los giros regionales (como vos) y hasta jergas, dialectos o ‘acentos’ locales, según los expertos en ciberseguridad.