Aunque podría reanudarse la fabricación del Arsat III porque el dinero está, falta voluntad política. El futuro de la red federal de fibra óptica y del centro de datos también es incierto. En el fondo, los modelos de país condicionan todo.
Una década atrás, Arsat era motivo de orgullo. Durante 2014 y 2015, Argentina lanzaba sus propios satélites al espacio y ocupaba las órbitas que le correspondían para ofrecer servicio de telecomunicaciones en todo el territorio nacional. Un centro de datos y una red federal de fibra óptica completaban el escenario de una articulación virtuosa: los científicos ponían su conocimiento al servicio del país, diseñaban tecnologías que producían valor agregado y dinamizaban economías regionales, a partir de la creación de nuevas empresas que respondían a deman