No solo se admiraban, se entendían. Catherine Lacoste eligió nunca volverse profesional, Lorena Ochoa decidió irse en la cima.

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Caminos distintos, pero la misma esencia. Cuando se conocieron, nació una amistad basada en lo que solo las grandes entienden: la libertad de elegir su propio final .

Catherine Lacoste tenía el ADN ganador de sus padres. René Lacoste , que además de ser un tenista de clase mundial (7 títulos de Grand Slam) era un gran golfista . Su madre, Simone de la Chaume, una golfista única.

La pequeña Catherine se inclinó más por el golf . Una amateur eterna que en 1967 ganó el U.S. Women’s Open, y que vio en Ochoa algo familiar : una campeona que no le temía al adiós. La mexicana, en ese ento

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