La consagración de Gimnasia y Esgrima de Mendoza en la Primera Nacional tuvo un protagonista central: César Rigamonti. El arquero fue determinante en la tanda de penales que selló el ascenso a la Liga Profesional, atajando dos remates decisivos ante Deportivo Madryn. A sus 38 años, el cordobés vivió una de las noches más intensas de su carrera, en la que se mezclaron la gloria deportiva y una profunda carga emocional.
Rigamonti había anticipado el desenlace días antes, compartiendo con sus compañeros que imaginaba una final cerrada que se definiría desde los doce pasos. El desarrollo del partido confirmó su intuición. Tras el empate 1-1 en el tiempo reglamentario, la serie terminó 3-0 para el Lobo, con el arquero como figura indiscutida. Sus intervenciones marcaron la diferencia y abriero