Entra sin prisa, pero con cálculo. No viene a comprar, aunque conozca los estantes mejor que muchos clientes. Tiene claro dónde están los productos de mayor valor y de cuánto tiempo dispone antes de que alguien repare en él. Carrito en mano, o sin él, mirada distraída, paso tranquilo. Su ruta no es improvisada. Sabe, sobradamente, por dónde salir sin llamar la atención. Uno aguarda fuera, el otro llena los bolsillos. En menos de cinco minutos, el golpe está hecho. Patinete, motor, fuga. En las tiendas de alimentación malagueñas los robos se han profesionalizado . Ya no son hurtos al descuido, ni gestos desesperados de quien roba para comer. Son operaciones calculadas, silenciosas. “El mayor problema que tenemos son las bandas organizadas ”, explica Sergio Cuberos, fundador y dire
Bandas organizadas convierten los supermercados de Málaga en su terreno de caza

126