
Cuando hablamos de ciudades y su exposición al calor extremo , rara vez pensamos en la sombra como algo más que un respiro ocasional entre edificios. Pero en Singapur, la sombra dejó de ser un capricho para transformarse en una estrategia sistémica. En esa isla-ciudad situada casi sobre el ecuador, donde las temperaturas rondan los 31-33 °C durante todo el año, las autoridades han convertido la cobertura sombreada en obra pública.
La obsesión con la sombra urbana comenzó con Lee Kuan Yew, primer ministro de Singapur durante décadas, quien veía la humedad y el calor como factores que socavaban la productividad nacional . Lee impulsó, además de la omnipresencia del aire acondicionado en interiores (a lo que el académico Cherian George apeló con el término “nación con aire acondicionado”, una política urbana : “primero deme sombra”.
Las arcadas, antes olvidadas, se reactivaron : pasillos cubiertos de metro y medio de ancho atraviesan las plantas bajas de locales para dar sombra al peatón. En paralelo, los desarrolladores inmobiliarios están obligados a construir aleros de entre 2,4 y 3,7 metros en las fachadas para generar sombra. Estas marquesinas actúan casi como rutas peatonales techadas .
Pero la sombra no es solo “gris” (de estructura construida): también es “verde”. Singapur ha apostado por árboles de copa amplia, vías arboladas, jardines verticales y techos verdes. En 1974 había unos 158.600 árboles en la ciudad; en 2014, ya contaban más de 1,4 millones. Hoy casi la mitad del territorio urbano está cubierta de pastos, arbustos o árboles.
El efecto de estas infraestructuras verdes no es simbólico. Un estudio de 2025 sobre el “Park Cool Island” en Singapur detectó que los parques presentan una temperatura media del aire entre 1,69 y 2,21 °C más baja que las zonas urbanas circundantes (día y noche). Otra i nvestigación del proyecto IRIS , mediante imágenes térmicas y sensores, muestra que la vegetación elimina la emisión de calor de superficies como muros y pavimentos.
La sombra urbana también se ha convertido en herramienta de equidad social . En la ciudad no se permite que un edificio se habilite para uso humano si no hay árboles plantados en sus alrededores. Las zonas de vivienda pública, igual que los barrios acomodados, disponen de parques, senderos sombreados y vegetación, sin distinciones.
De las zonas verdes a la tecnología climática avanzada
Aunque no basta con plantar y cubrir: el país invierte en tecnología climática avanzada. El proyecto Cooling Singapore 2.0 está desarrollando un “gemelo digital urbano ” que permite simular cuál es el mejor balance de sombra, viento y vegetación para distintas zonas de la ciudad.Además, se aplican pinturas reflectantes y se exploran infraestructuras especiales para reducir la demanda de aire acondicionado en hasta un 40 % en algunos sectores.
Singapur no pretende ser el modelo universal, pero sí una demostración de lo que puede hacerse con visión de Estado . En ciudades democráticas con administración rotatoria puede parecer utópico mantener una política tan coherente, pero este experimento climático prueba que la sombra puede dejar de ser decorativa para ser esencial. Y quizá, cuando el calor deje de ser un lujo para unos pocos, muchas poblaciones podrían aprender del ejemplo.