Hace exactamente quinientos treinta y tres años el mundo cambió absolutamente. Una expedición extraviada en la redondez del planeta se encontró con la otra parte del globo. No se ensanchó la tierra, se abrieron horizontes de conocimiento, dominio, genocidio, colonización y predominio. Nació, como la entendemos (o entendíamos), la geopolítica.
Ya existía, pero con la ocupación de América, con todas sus consecuencias, se extendió geográficamente para siempre el concepto de la política. Las formas de organización y sus mecanismos de extensión e instauración; la defensa de las ideologías ( y los sistemas económicos) se prolongaron más allá de las fronteras de los países europeos y después también de los asiáticos. La geopolítica se instaló como una constante. La evangelización occidental (sin