Esta semana, la mayoría parlamentaria continúa con su estrategia autoritaria de mantenerse en el poder, favorecer intereses particulares y asegurar impunidad. El nuevo capítulo de este plan se enfoca en lavarse la cara y marcar una falsa distancia con el legado de incompetencia e inseguridad de Boluarte.

El autoritarismo parlamentario está más vigente que nunca: cambia la marioneta, pero se mantienen los mismos hilos que controlan el poder. La subordinación del Ejecutivo al Congreso es tan evidente que ya no se gobierna a partir de la plancha presidencial de Castillo, sino desde los propios escaños parlamentarios.

La fase Pilatos de esta metamorfosis busca desentenderse y lavarse las manos manchadas del desprestigio de Boluarte. No responde a la crisis real que es la inseguridad ciudadan

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