El Premio Nobel de la Paz nació para reconocer a quienes con serenidad, coherencia y coraje logran unir a los pueblos, sanar heridas y proyectar esperanza. Gustavo Petro, sin embargo, parece convencido de merecerlo. Su ego, del tamaño de su déficit fiscal, lo lleva a imaginar que Oslo aplaudirá su “revolución moral”. Pero el Nobel premia hechos, no delirios.
A lo largo de su mandato, el presidente colombiano ha roto todos los principios que definen el galardón: fraternidad, ética, coherencia, serenidad y bienestar colectivo . Y ha hecho de Colombia un laboratorio del desconcierto político, económico y moral.
El Nobel honra la coherencia; Petro celebra la contradicción
Los laureados del Nobel son personas, en su mayoría, a excepción de Juan Manuel Santos y otros, de una sola pieza: M