El alto el fuego entre Israel y Hamás, vigente desde el viernes, ha permitido el retorno de unas 500.000 personas al norte de Gaza, una región devastada tras dos años de guerra. Aunque las tropas israelíes comenzaron a retirarse de algunas zonas, los desplazados que intentan volver a sus hogares encuentran una ciudad prácticamente destruida, con tres cuartas partes de los edificios dañados o derrumbados. Barrios enteros como Sheikh Radwan, al-Karama y Beach Camp han quedado reducidos a escombros, con calles intransitables y servicios básicos colapsados.
Entre los que regresaron se encuentra Hanaa Almadhoun, una enfermera que describe por mensajes la magnitud del desastre: “no hay vida, todo quedó destruido”. Su casa fue arrasada al inicio del conflicto, y aunque la de sus padres sigue en