Hace unos días, publiqué en mi blog personal una reflexión: ¡No matarás! Y al hilo de aquella reflexión, ahora quisiera centrarme en el odio. Odio… parece ser esta la condición del corazón y la mente de la política mundial y nacional, y dado que la política es, para bien o para mal, el reflejo de la condición de la sociedad, la desconsolada conclusión a la que se llega es que estamos destinados a hundirnos cada vez más en un mar de odio, resentimiento, agresividad y violencia.

El odio, de hecho, genera más odio. Y parece que se confirma lo que dice la Biblia: “Y como sembraron viento, cosecharán tempestad” (Oseas 8, 7). Sin embargo, también puede ocurrir que no se haya sembrado viento y, sin embargo, se coseche tormenta: Gandhi, Martin Luther King… son algunos ejemplos trágicos.

El odio

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