El pasado 30 de septiembre, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida ofreció, sin pretenderlo, una botella de oxígeno a un PSOE asfixiado por la última vuelta de tuerca del cada vez más turbio caso Koldo y otras causas judiciales que le oprimen, como la de la esposa del presidente Sánchez, Begoña Gómez. El grupo municipal del PP, con mayoría absoluta en el ayuntamiento de la capital española, apoyó una moción de Vox por la que se obligaba a las mujeres que desean interrumpir su embarazo a recibir información sobre un supuesto síndrome postaborto que acarrearía, según la formación ultra, secuelas que van desde la depresión, las pesadillas y el insomnio hasta el alcoholismo, la anorexia, las disfunciones sexuales y las autolesiones.

Aunque en Génova apoyaron en un primer momen

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