Nos ocurre muchas semanas que Fernando Rubio tiene muchas más imágenes de un tema de las que somos capaces de comprimir en un par de páginas. Pero en la pasada, con San Froilán, los carros engalanados, los pendones, los perdones, ¡carros a la Virgen!... especialmente. Volvemos pues a ellos, y quedarán otras muchas en el tintero, pero tampoco vamos a ser atorrantes. Dice Rubio, muy acertado siempre en los titulares: «San Froilán: La Fiesta que Nos Recuerda». Y se extiende: «San Froilán no era solo una fiesta. Era un gesto compartido, una merienda en la plaza, una bota de vino entre vecinos. Era la misa en La Virgen del Camino, con silencio y devoción. El roce de las manos al tirar de la nariz del santo, como quien pide sin palabras. Los carros engalanados no eran decoración. Eran orgullo. E
Bendita sea la mano que devuelve la costumbre y al joven...

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