Damos por sentadas las comodidades de la era digital: los mensajes instantáneos, las compras en línea, las bases de datos que sostienen millones de negocios. Todo fluye hasta que algo se rompe y la rutina se detiene. En las compañías, ese fallo puede tener efectos devastadores. Lo comprobó Jaguar Land Rover , que sufrió un ciberataque que paralizó sus líneas de producción. Ahora el escenario se repite en Japón, donde Asahi, el gigante que controla cerca del 40% del mercado cervecero , ha tenido que frenar su actividad y recurrir a lo más básico: pedidos escritos a mano, documentos en papel y faxes que vuelven a sonar.
El incidente estalló a finales de septiembre, cuando un ataque de ransomware dejó inoperativos los sistemas de pedidos y envíos de Asahi en Japón . En pocas horas,