El Congreso de los Diputados rechazó la semana pasada tramitar una proposición de ley de iniciativa legislativa popular que pretendía retirar a la tauromaquia la categoría de patrimonio popular y que cada comunidad autónoma pudiera decidir si prohibía o permitía la celebración de festejos. La proposición fue asumida por los grupos parlamentarios de la izquierda más radical, pero la abstención del PSOE impidió que prosperase. Desde el respeto que merece una proposición que llegó avalada por la firma de 600.000 ciudadanos, tras una campaña de recogida que se prolongó durante un año, hay que celebrar que el Parlamento la frenara. Un fenómeno de la importancia cultural, social y económica de los toros no puede verse sometido a la lucha de los partidos en un momento en el que parece muy difícil

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