Mientras en España nos entretenemos con nuestras disputas domésticas, Francia se hunde en una inestabilidad que hace tambalear el edificio de la Unión. Es el enfermo de Europa. Desde que Emmanuel Macron disolvió la Asamblea Nacional en junio de 2024, en un órdago que buscaba frenar a la extrema derecha pero que solo desató el caos, Francia ha encadenado cuatro primeros ministros en menos de 18 meses. El último, Sébastien Lecornu, renombrado anteayer tras un fugaz intento en septiembre, encabeza un Gobierno que mezcla leales macronistas y técnicos improvisados, cuya misión es aprobar un Presupuesto de emergencia para 2026. Lecornu lo ha llamado “salvar las finanzas”, pero su Ejecutivo nace sin mayoría en un Parlamento fracturado y con la moción de censura como espada de Damocles.
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