El escepticismo que rodeaba el plan de paz propuesto por Donald Trump se ha desvanecido con las imá­genes de la liberación de los últimos rehenes israelíes y con los camiones entrando en la franja de Gaza para abastecer de comida y medicamentos a los palestinos.

El futuro está por escribir y no será nada fácil mantener la paz en esta zona, pero lo que no se le puede negar a Trump es su absoluto triunfo diplomático con la consolidación del acuerdo de ayer. Su excesivo protagonismo, el papel que desempeña su yerno en la negociación de los pactos o su reserva para presidir el futuro gobierno en el enclave junto con el ex primer ministro británico Tony Blair son decisiones muy discutibles pero que no pueden esconder el impulso al acuerdo.

Solamente Donald Trump podía convencer a Benia

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