Claudia Sheinbaum tiene que ganar en su segundo año de Presidenta el dominio en la comunicación pública. Los ejes para esa batalla están trazados, y el gran reto es que estos no se vean comprometidos por herencias del sexenio anterior o eventuales calamidades.

Las elecciones de medio término son la gran prueba de fuego de la Mandataria. De aquí a que justo en un año estemos en la antesala de los comicios en términos de tiempos legales, su administración ha de consolidar una imagen de control y resultados.

Tal es su baza en el 2027. Si el “éxito” del Gobierno no se traduce en la más importante de las ofertas para la continuidad del obradorismo en la mayoría de los 17 Estados con elecciones de gubernatura, y en las de San Lázaro, Sheinbaum podría tener un tropiezo.

Para afincar esa percep

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