Era todo euforia en el gobierno libertario antes de la reunión entre Javier Milei y Donald Trump: se descontaba el apoyo incondicional al argentino, elevado en los días previos a la categoría de socio estratégico en la región, un aliado en medio de un mapa de personajes, digamos, de otro palo.
El apoyo fuerte estuvo, no hay dudas: Milei es casi el único presidente latinoamericano en sacarse la foto en la Casa Blanca con el republicano. Pero la verborragia de Trump disparó una interpretación ambigua, de rápida repercusión en los mercados. Si hubo brindis en la delegación argentina, seguramente fue a medias.
Con sus palabras alusivas, Trump básicamente ató el salvataje financiero a la Argentina, que la semana pasada anunció el secretario del Tesoro Scott Bessent, a cómo le vaya a Milei en