La presidenta Claudia Sheinbaum enfrentó su primer dilema internacional serio desde que llegó al poder: felicitar o no a María Corina Machado, la opositora venezolana galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025. No lo hizo, y su silencio, más que una omisión diplomática, fue una declaración política.

Para buena parte de la prensa internacional, su falta de pronunciamiento confirmó la continuidad ideológica con el lopezobradorismo, esa mezcla de prudencia selectiva y afinidad con los regímenes de izquierda autoritaria. En México, muchos periodistas la acusaron de tibieza moral, de someter los principios universales de libertad y derechos humanos al cálculo político interno. Son, en su mayoría, abiertamente antimorenistas, identificados con las visiones políticas y mediáticas del PRI y d

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