Ahora resulta que los múltiples sondeos privados no han sabido reparar –como el CIS de Tezanos– en que el PSOE ronda la mayoría absoluta alimentado –qué cosas– por los escándalos de corrupción que le atenazan, ni en que Vox está al borde del sorpaso con el PP. La broma es tan de mal gusto como que nos envuelve la nostalgia. El CIS pasaba en otro tiempo por ser una de esas «joyitas» del Estado, manteniendo la vitola de organismo independiente y con la única función de testar estados de opinión entre la ciudadanía, con independencia de intereses puntuales de partido o coyunturas políticas varias; eso era todo. Se contemplaba como ese oráculo incontestable que abría los ojos de sesudos analistas de la demoscopia y se colaba entre las guardias pretorianas de los partidos, organizaciones empres

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