Hay una cifra que obsesiona a Robbie Williams: el número dieciséis. Alcanzar su decimosexto álbum número uno en el Reino Unido no es un capricho, sino la llave para superar a The Beatles y coronarse como el artista británico con más discos en lo más alto de la historia de su país. Es una meta que exige una precisión casi quirúrgica y, sobre todo, un calendario despejado, un anhelo que le ha llevado a tomar una decisión drástica para proteger un hito de enorme relevancia para su carrera.
Sin embargo, en su camino se ha cruzado un obstáculo de proporciones gigantescas, un fenómeno global que amenaza con eclipsar cualquier otro lanzamiento. La industria musical actual tiene una reina indiscutible y el excomponente de Take That, un veterano que conoce bien las reglas del juego, sabe que hay