Solo hay que ponerse en situación: pensar el momento o los momentos en que has cruzado las manos y mirando al cielo, le has implorado a José Gregorio que te ayude, que mejore la salud de esa persona a la que amas y tienes miedo de perder.
Imagínate a ti en esa situación y piensa en cuántos más, como tú, se entregan a la fe todos los días en todos los pueblos y barrios de Venezuela. Imagina eso y ahora piensa en que esa imagen se reproduce desde 1918.
En un mundo menos poblado que ahora, sin pantallas, en pleno cierre de la primera guerra mundial, sin aviones transatlánticos y con una pandemia de influenza matando sin distinción; en una sociedad sin telemedicina, ni la Organización Mundial de la Salud orientando a los países… En un planeta en caos, ahí hay que situar la obra de José Greg