En 2015 la Cultural Leonesa era un club casi al borde de la quiebra, con una deuda de 1,7 millones y la necesidad de abonar de inmediato 200.000 euros que le abocaban a la desaparición, pero su gerente, Felipe Llamazares, exárbitro de baloncesto, encontró en Catar la solución. La Academia Aspire, que tres años antes había desembarcado en el KAS Eupen belga, dio el paso para llegar al club leonés , asumiendo toda la deuda en una operación de compra llena de aroma de basket, conducida por el abogado José Lasa, exjugador del Madrid, base en concreto, y que pasó a ser secretario del consejo, y empujada por el expívot madridista Antonio Martín.
Iván Bravo , director general de Aspire, una academia que depende directamente del emir de Catar, fue la otra figura clave de esa llegada y ahora