Cuando uno piensa que la vida es difícil, basta con caminar por el centro de la ciudad y encontrarse con personas como José Amarante Decena , un hombre de 51 años que, pese a haberlo perdido todo —su hogar, su familia y la vista—, aún se levanta cada día para ganarse el pan con dignidad.
Hace ocho años, José perdió la capacidad de ver a causa de la diabetes tipo 1 . La enfermedad, sumada a la falta de atención médica , le cobró una factura muy alta.
"La doctora me dijo que tenía que atenderme, pero no lo hice. La presión me subía hasta 400 o 500, y sin medicación se me dañaron las retinas ", recuerda con voz serena.
La pérdida de la vista lo sumió en una profunda depresión . "Por dos meses no salí. Me sentía con la soga al cuello. Pensé en el suicidio , ya no le veía