LAS FERIAS fueron antaño un punto de encuentro de comunidades y pueblos, un lugar en el que se facilitaba el comercio y servía para intercambiar ideas y conocimientos. Ahora, los pueblos y ciudades apuestan por ellas para mantener la tradición , sí, pero también como un motor de desarrollo económico y turístico. Este fin de semana, dos ejemplos claros, Biescas y Huesca, que pasado el verano y la época por excelencia de las vacaciones, aprovechan para convertirse en un reclamo de fin de semana.

En el Alto Gállego, la feria de otoño se convierte en un escaparate del producto local y potencia la gastronomía a través de las degustaciones de carne de razas autóctonas así como su tradicional concurso de quesos. En Huesca, los lamines son los reyes . Ayer Tolosana se alzó con el premio

See Full Page