Celebrar el Día de la Madre implica mucho más que rendir homenaje a quien da la vida. Es reconocer en ellas el pilar sobre el que se construye toda sociedad. La madre no solo es sustento emocional del hogar, es la transmisora natural de los valores que permiten formar ciudadanos íntegros, éticos y comprometidos con el bien común. En sus manos está gran parte del futuro de nuestras familias, de la provincia y del país.
Sublime tarea la de las madres, no solo de traer hijos al mundo, sino de guiarlos con paciencia, ternura y firmeza por el camino de la verdad y la responsabilidad. En tiempos donde la educación moral parece diluirse entre las urgencias cotidianas, la figura materna se erige como la primera maestra, la que enseña a distinguir el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto, el