
Cuando llegan estas fechas, cada vez son más los que buscan planes para Halloween , pero sobre todo, que sean especiales y terroríficos. En este contexto y si nos fijamos en Andalucía , podemos encontrar pueblos donde esta fiesta cobra una dimensión distinta. Y es que no hablamos de parques temáticos ni grandes fiestas urbanas, sino de lugares donde el silencio del campo y la oscuridad de la noche aterrorizan, así que toma nota, y descubre los pueblos encantados de Andalucía en los que pasar un Halloween de muerte.
Aunque esta celebración nació en Irlanda hace más de 3.000 años, lo cierto es que hace tiempo que se instaló en España y, por supuesto, también en Andalucía. Y es en esta comunidad precisamente, donde en muchos pueblos, el 31 de octubre se mezcla con la costumbre del Día de Todos los Santos, con la presencia de castañas, buñuelos, rezos y velas que conviven con calabazas talladas y disfraces de terror. Una fusión curiosa que mantiene vivas las dos tradiciones. Así que si este año te apetece pasar un Halloween con sabor andaluz, y también mucho miedo, hay varios pueblos encantados que todos quieren visitar. Sitios que no parecen gran cosa a la luz del día, pero que al caer la noche, se transforman en una auténtica scary movie.
Almodóvar del Río (Córdoba)
Quien conozca el Castillo de Almodóvar del Río de noche, sabrá que no hace falta mucho más para sentir un escalofrío. La fortaleza se alza sobre el valle del Guadalquivir, con una silueta imponente y una historia que se remonta a siglos atrás. Pero l o que realmente atrapa es la leyenda de La Encantá, una mujer vestida de blanco que, según cuentan, aparece cada 31 de octubre buscando al amor perdido que nunca volvió.
Los vecinos aseguran haberla visto entre los muros o escuchado su lamento cuando sopla el viento fuerte. Y no es de extrañar que el castillo haya servido como escenario de series como Juego de Tronos ya que tiene ese aire medieval y la vez fantasioso, que impone. Durante Halloween, el pueblo organiza rutas nocturnas, visitas teatralizadas y actividades temáticas .
Soportújar (Granada)
Entre montañas y curvas interminables se llega a Soportújar , un pequeño pueblo de la Alpujarra granadina que muchos conocen como el pueblo de las brujas. ¿El motivo? es fácil de entender, las calles están llenas de esculturas, símbolos y figuras mágicas. En las fachadas aparecen escobas, calderos y gatos negros. Hasta los números de las casas tienen una bruja dibujada al lado.
Pasear por sus calles es como meterse en un cuento. El Mirador del Embrujo, el Pozo de los Deseos o la Casita de Chocolate son algunos de los rincones más visitados. Pero lo que más atrae es su ambiente, esa sensación de que algo antiguo sigue vivo aquí. En Halloween, las calles se llenan de visitantes disfrazados, luces, música y fuego. Hay talleres, rutas nocturnas y espectáculos que celebran el misterio con un toque familiar.
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Laroya (Almería)
En la sierra de Almería, entre montes y caminos estrechos, está Laroya , un lugar tranquilo que un día fue escenario de algo inexplicable. En el verano de 1945, comenzaron a arder montones de trigo, ropa, y objetos sin razón aparente . Aquello fue tan extraño que los vecinos pensaron en maldiciones, castigos divinos o incluso en brujería.
Vinieron periodistas, investigadores e incluso el diario ABC recogió la historia. Los incendios aparecían y desaparecían sin explicación. Pasaron meses hasta que el fenómeno cesó, pero la inquietud quedó. Hoy, los mayores aún lo recuerdan con cierto respeto, y si uno pasea por el pueblo de noche, entiende por qué. Además, durante Halloween, el pueblo suele recibir curiosos que quieren s entir el fuego de cerca . Y aunque ya no arda nada, la historia sigue encendiendo la imaginación de quienes la escuchan.
Albanchez de Mágina (Jaén)
En la Sierra Mágina, el aire fresco de otoño huele a leña y a tradición. En Albanchez de Mágina , la noche de los difuntos no se entiende sin una receta peculiar: las gachas. Con harina, leche y canela, los vecinos preparan una mezcla espesa que después untan en puertas, ventanas y cerraduras. ¿El motivo? Evitar que las almas entren en las casas durante la noche del 1 de noviembre.
La costumbre tiene siglos de historia y todavía se mantiene. Es una forma de recordar a los que ya no están, pero también de protegerse del más allá. Mientras tanto, el castillo, en lo alto del pueblo, vigila silencioso. Sus muros, levantados en la Edad Media, también impone y de alguna manera, puede llegar a asustarnos. Y más en estas fechas, cuando las c alles de Albanchez se llenan de luces, rezos y el aroma dulce de las gachas recién hechas. Un Halloween distinto, con raíces y sin artificio.