El hábito de alejarse de la sobrecarga digital suele traer calma y perspectiva, sobre todo en entornos naturales donde todo es mucho más calmado y los móviles dejan de ser necesarios. Quienes disfrutan de acampar y caminar durante días suelen valorar ese silencio prolongado como una forma de descanso mental.

Sin embargo, esa desconexión tiene un coste evidente: las noticias, incluso las más relevantes, dejan de existir para quien está fuera de cobertura. Esa paradoja explica lo que ocurrió en las montañas del noroeste estadounidense, donde un científico descubrió tarde que acababa de obtener uno de los premios más prestigiosos del mundo .

Un científico aislado no supo que acababa de ganar el Nobel

Fred Ramsdell recibió el Premio Nobel de Medicina 2025 y nadie consiguió comunicárselo durante horas. Según publicó The New York Times , los miembros del comité del Nobel intentaron localizarlo sin éxito mientras su nombre se anunciaba públicamente junto al de Mary Brunkow y Shimon Sakaguchi , reconocidos por sus descubrimientos sobre el funcionamiento del sistema inmunitario. La noticia circuló por todo el mundo mientras el investigador estadounidense seguía caminando entre montañas, ajeno a la gran noticia.

Ramsdell, de 64 años, descansaba en un campamento de Montana cuando su esposa, Laura O’Neill , empezó a gritar al recibir señal en su teléfono. Tal y como indicó el científico en una entrevista con el Nobel, ella había recuperado cobertura y había leído cientos de mensajes. “¡Acabas de recibir el Premio Nobel!”, exclamó. El científico, que pensaba que el escándalo era por el avistamiento de un oso , respondió incrédulo: “No, no lo recibí”. Ella insistió con las pruebas: “¡Tengo 200 mensajes de texto que dicen que sí!”. A esa hora, el comité del Nobel llevaba más de diez horas intentando localizarle , y la llamada oficial se había perdido a las dos de la madrugada.

Su esposa recuperó la señal del teléfono y, al leer cientos de mensajes, le comunicó que acababa de recibir el Nobel

El propio Ramsdell explicó en esa conversación que su teléfono estaba en modo avión y que no esperaba ninguna comunicación importante . En cambio, su esposa prefería mantener contacto con familiares y amigos, lo que permitió que la noticia llegara finalmente.

Ambos viajaban con sus dos perros y habían partido de Seattle tres semanas antes con un remolque enganchado a su coche para recorrer Idaho, Wyoming y Montana. Aquel lunes por la tarde descansaban cerca del Parque Nacional de Yellowstone , casi al final del viaje.

La llamada oficial se retrasó casi un día por la diferencia horaria

La pareja pasó de la sorpresa a la gestión del reconocimiento. Ramsdell trató de llamar a Thomas Perlmann , secretario general de la Asamblea del Nobel, pero en Suecia ya era medianoche y el funcionario dormía. Según relató el propio Perlmann, desde que asumió el cargo en 2016 no había sido tan difícil contactar con un premiado . Ambos lograron hablar al amanecer, veinte horas después del primer intento. “Al final, funcionó”, afirmó Perlmann.

Ramsdell confesó sentirse “agradecido y honrado”, y añadió que estaba “impaciente por compartirlo con sus colegas”. En ese momento aún le quedaban seis horas de carretera para regresar a su casa de otoño e invierno , situada cerca de Whitefish, en Montana. La llamada definitiva llegó ya instalado en un hotel de Livingston, donde pudo confirmar su galardón con calma.

El investigador pasa temporadas en la montaña observando animales y desconectando de todo, una costumbre que refleja su manera de entender la ciencia y la vida cotidiana

Su laboratorio, Sonoma Biotherapeutics , explicó que el investigador “estaba viviendo su mejor momento y que estaba desconectado en un viaje de senderismo que había planeado previamente”. Esa costumbre de aislarse en la naturaleza define tanto su vida personal como su forma de entender el trabajo. En el ámbito científico, su investigación ha contribuido al tratamiento de enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple, algunos tipos de artritis y la enfermedad de Crohn.

Ramsdell suele pasar largos periodos en zonas de montaña y dedica su tiempo libre a observar fauna y disfrutar del entorno. Dijo que pasa “todo el tiempo que puede en las montañas” y que junto a su esposa están atentos a bisontes, alces, ciervos canadienses y águilas. Esa afición, que suele mantener en cada descanso profesional, terminó provocando un curioso retraso en la recepción de una noticia que cambiará su carrera. Lo supo, precisamente, por el único momento en que la cobertura que tanto quería evitar jugó a su favor.