Las obras de arte son una de las piezas más codiciadas por los ladrones, y sus métodos para hacerse con ellas les acercan en algo a sus autores: solo están a la altura de artistas del delito, capaces de convertir su objeto de deseo en un reto. Y más a medida que mejoran los sistema de vigilancia y, por tanto, el desafío logístico.

Algunos de los robos más espectaculares se han producido en este siglo XXI. Aunque, si se confirma el valor de lo sustraído en Dresde, habría que viajar hasta 1990 para encontrar algo similar. El 18 de marzo de ese año se descubrió la desaparición de 13 cuadros del Museo Isabella Stewart Gardner de Boston (EE UU) por un valor de unos 500 millones de dólares (unos 450 millones de euros). Dos hombres se hicieron pasar por policías, redujeron a dos vigilantes y se

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