Tras dos décadas de dominio del MAS y tres años de caída libre de la moneda, los bolivianos enfrentan una elección poco familiar: dos conservadores que ofrecen remedios opuestos. Uno apuesta por la terapia de choque del FMI y la austeridad; el otro, por legalizar la economía en las sombras y atraer los dólares escondidos de vuelta al país. Ambos prometen salvación. Ninguno puede prometer que será indoloro.

Un giro a la derecha nacido del agotamiento

La política boliviana está cambiando bajo el peso de la escasez. Después de casi 20 años de gobierno de un solo partido —el Movimiento al Socialismo (MAS)—, las interminables colas por combustible, los estantes vacíos y los rumores de tipos de cambio en el mercado negro han llevado a los votantes al límite. En la primera vuelta de agosto, el

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