Es notorio cómo a pesar del enorme incremento de la recaudación fiscal el gobierno gasta muy por encima de lo que ingresa. El desfase es tan grande que el superávit primario no cubre ni siquiera la totalidad del pago de intereses de deuda, lo que significa que no quedan fondos disponibles para inversiones, salvo que provengan de la UE o de la emisión de deuda pública, deuda que ya ha excedido el límite de la sostenibilidad.
Los malos gobiernos suelen priorizar el gasto corriente a costa de las inversiones productivas porque consideran que aumentan sus probabilidades de ser reelegidos. El problema es que sin inversión suficiente no puede haber prosperidad. Una de las áreas en las que España invierte muy por debajo de lo necesario es el de las infraestructuras energéticas.
El apagón genera