No quería Bordalás que se le escapase lo que había estado construyendo durante más de 70 minutos: un partido pesadote, parado, sin ocasiones contra el Real Madrid . Una tela de araña insufrible contra el líder, que no sabía por dónde salir, paralizado porque sus mediocentros no crean, porque Bellingham le gusta más jugar rápido que calmado y porque Güler había empezado en el banquillo.
Pero el turco había salido ya al campo, como Vinicius y el partido tomaba otro cariz. El brasileño es muy insistente y en su gota a gota, en su vengo y vengo, veía Bordalás un peligro que antes, con Rodrygo ahí, no sufría. Además, Femenía , el jugador de su banda tenía tarjeta amarilla. En un despiste podía ver la roja y todo lo armado por el Getafe durante tantos minutos se vendría abajo.