“Algo que me encanta de los colombianos, cómo le ponen apodos a todos. Ejemplo, a mi novio le dicen Nietzsche. También él tiene un amigo que le dicen enano. Ah, no, ustedes pueden creerlo. Peor que he escuchado es carenalga. ¿Ustedes qué dicen? ¿Cómo sería mi apodo?”, relató entre risas Tia, una creadora de contenido finlandesa, a través de la cuenta de Instagram @ lamonayelnegrito .
Su anécdota, que rápidamente conquistó la atención en redes sociales, encapsula la sorpresa y el desconcierto que muchos extranjeros sienten al descubrir la importancia y la creatividad con la que se manejan los apodos en Colombi a. Allí, recibir uno parece casi un rito de iniciación, una puerta de entrada a la vida social cotidiana.
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