UNA MAREA ROSA tomó ayer las calles de Huesca. Más de 4.000 oscenses participaron en la XI Carrera Contra el Cáncer que se celebraba en la ciudad. Y es que lo que comenzó como un acto simbólico se ha convertido en la capital en una de las citas más significativas, no solo por la alta participación, sino también por lo que representa, una ciudad que se vuelca con una causa que, directa o indirectamente, toca a todos.

No es una competición. Aquí lo que cuenta es participar y sumar. Hay quien lo hace con 75 años a sus espaldas y con bastones -tras una operación-, hay quien completa el recorrido andando, hay quien lo recorre al trote para superarse después de haber pasado por la enfermedad y también hay quien la dedica a esos seres queridos que ya no están. Lo hacen, no por ser el primero en

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