La maduración de los cambures tiene algo de drama: están verdes, están perfectos… y de repente, ennegrecen como si se hubieran enfadado con el mundo. Por eso hay tantos trucos circulando en redes: envolver el tallo con film, separarlos en el frutero, colgarlos de ganchos o incluso guardarlos en la nevera con papel absorbente.
Pero este método, diferente a lo visto hasta ahora, está dando que hablar porque funciona de verdad. La cuenta que lo popularizó @amycrosslegacy asegura que con este sistema sus cambures duran la friolera de dieciséis días frescos y amarillos, sin oxidarse ni ponerse blandos.
No es magia, es ciencia doméstica bien aplicada: controlar temperatura, luz y etileno, ese gas que acelera la maduración y arruina nuestras mejores intenciones de merendar sano.
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