Hay lágrimas en los pibes porque la ilusión era muy grande y estaba bien sustentada en un equipo que invitaba a soñar con la séptima estrella Sub 20. Pero la Selección Argentina de Diego Placente chocó contra Marruecos, que en menos de 30 minutos liquidó la final del Mundial con un 2 a 0 rápido y letal. Hay lágrimas y bronca, claro. Duele perder. Sin embargo, los juveniles argentinos podrán reír de satisfacción cuando pase la tristeza porque llegaron a un final después de 18 años. Porque estuvieron a la altura después de tantos campeonatos sin esperanza. Y porque, sobre todo, jugaron muy bien al fútbol, a pesar de no haber podido ponerle la frutilla final al Mundial.

Velocidad, potencia y contundencia. Marruecos fue un vendaval africano que se llevó puesto a la Argentina en la primera

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