
La semana pasada, el mundo se quedó sin ojos dentro del mayor Ministerio de Defensa del mundo . Los periodistas han hecho las maletas, han entregado sus acreditaciones y han salido con sus cosas por la puerta del Pentágono. De la cuasi cadena presidencial Fox News, al New York Times –pasando por las agencias como Reuters y Associated Press–, todos consideran inaceptables las nuevas normas impuestas por el secretario de Guerra (adoptando su nuevo nombre), Pete Hegseth.
El único que ha aceptado públicamente las nuevas condiciones es el pseudomedio de extrema derecha One America News Network, trumpista y promotor de teorías de la conspiración y desinformación rusa.
Hegseth, que hace unas semanas convocó a todos los generales para anunciar una “vuelta al estándar masculino” en el ejército, así como el rechazo a “gordos” y “barbudos” , tiene todo el apoyo de Trump en su decisión. “Creo que [Hegseth] considera que la prensa es muy perjudicial para la paz mundial y quizá para la seguridad de nuestra nación. La prensa es muy deshonesta”, ha dicho el presidente . En aquella arenga belicista del secretario –que sería graciosa si no fuese verdad– también calificó las normas de enfrentamiento (que establecen las circunstancias, condiciones y limitaciones bajo las cuales las fuerzas militares pueden hacer uso de la fuerza) de “estúpidas y políticamente correctas”. Normas que solo sirven para salvar vidas.
“La mayor aventura publicitaria del mundo”
La estrategia de Hegseth con los periodistas no es nueva en EEUU y me ha recordado a una vieja maniobra utilizada hace nada menos que un siglo. El presidente Woodrow Wilson ganó la reelección en 1916 bajo un lema que te sonará: ‘America First’. El mundo libraba la Primera Guerra Mundial y Wilson hizo campaña como la opción pacifista y neutral para no entrar en el conflicto.
Meses después, sin embargo, cambió de opinión –y explicárselo a los ciudadanos no iba a ser fácil–. Por eso creó el Comité de Información Pública, una de las herramientas propagandísticas más poderosas de la historia. Expertos como Nicholas J. Cull sostienen que el comité incluso fue el precursor y ejemplo de la maquinaria propagandista de Joseph Goebbels en la Alemania nazi décadas más tarde. Edward Bernays, uno de los miembros del comité y considerado uno de los padres de las relaciones públicas, calificó el trabajo del organismo como “la mayor aventura publicitaria del mundo”.
A través de sus múltiples divisiones, el Comité de Información Pública no impuso censura directa, sino que, mientras inundaba los medios con toneladas de información oficial, comunicados y notas de prensa, restringía su acceso a fuentes alternativas y amenazaba con castigar al que se saliese de la versión única gracias a las leyes de espionaje y sedición aprobadas entonces. Todo eso se combinaba con cartelería y con el periódico oficial al más puro estilo Pravda en la URSS.
La maquinaria propagandista de Wilson consiguió el monopolio informativo de la guerra en manos del Gobierno y cambió para siempre el concepto de propaganda, dándole su significado moderno.
¿Pero qué quiere Hegseth de los periodistas? Exactamente eso. Controlar todo el flujo informativo que tenga que ver con el mundo militar estadounidense. Los periodistas denuncian que las nuevas normas impiden su trabajo diario. El documento de la discordia establece que toda la información que salga de fuentes del Pentágono debe ser aprobada con anterioridad, aunque sea información desclasificada, y publicar algo sin esta autorización supondrá la retirada de las acreditaciones a los trabajadores de los medios de comunicación. Es más, el mero hecho de preguntar a sus fuentes por información se convierte en ilegal, llevando a la revocación inmediata de la acreditación.
En la práctica, Hegseth pretende eliminar cualquier relación entre periodista y fuente para que solo se publique aquello que diga su portavoz en la sala de prensa. Todo el mundo sabe que las noticias no suelen salir de un comunicado del portavoz del Pentágono.
Además, no es el mejor momento para comprar sin matices la versión oficial del Departamento de Defensa. Mientras se presenta como adalid de la paz mundial, EEUU libra una guerra en las sombras en Venezuela en nombre de la lucha contra las drogas mientras califica a su presidente, Nicolás Maduro, de narcoterrorista. El despliegue militar de EEUU en la zona despierta el fantasma de los viejos golpes estadounidenses en la región de hace décadas. Por otro lado, Trump está a punto de decidir sobre la entrega de misiles Tomahawk a Ucrania y ha amenazado a Hamás con “entrar y matarlos” en pleno alto el fuego.
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‘Los papeles de Afganistán’. Craig Whitlock es uno de esos periodistas que lleva años cubriendo la información del Pentágono. Whitlock recibió un soplo en 2016: una agencia del Gobierno había realizado centenares de entrevistas en el marco de un programa para identificar lecciones aprendidas en Afganistán y las respuestas de los funcionarios entrevistados fueron extremadamente críticas y duras con el desastre bélico. Sin embargo, la agencia publicaba sus informes omitiendo todas esas acusaciones directas.
Whitlock pidió a través de Transparencia el bruto de ese contenido y, tras ganar en los tribunales, obtuvo más de 2.000 páginas de 428 entrevistas que describían la historia real y no contada de la guerra de Afganistán. En 2022 publicó su libro desmontando todas las mentiras del Pentágono y del Gobierno a la sociedad estadounidense.
“Casi ningún representante del Gobierno tuvo el coraje de admitir en público que EEUU estaba perdiendo poco a poco una guerra que, en su día, el pueblo había apoyado casi sin fisuras. Con su silencio cómplice, los líderes militares y políticos evitaron que nadie rindiera cuentas y se reevaluara la situación. Tal vez eso habría cambiado el resultado o habría acortado el conflicto. En vez de eso, optaron por esconder sus errores y dejaron que la guerra siguiera su curso sin nadie al volante”.
Trabajos como el de Whitlock es precisamente lo que Hegseth quiere enterrar para siempre.
La semana por delante
Esta semana estaremos pendientes de...
— Después de una jornada de intensos ataques de Israel sobre la Franja , Netanyahu asegura que el alto el fuego sigue en vigor. Veremos lo que pasa, pero las próximas horas serán cruciales.
— Hoy se reúnen el primer ministro de Australia y Donald Trump en la Casa Blanca.
— El martes, Sarkozy deberá presentarse en la cárcel de La Santé en París para cumplir su pena de cinco años de prisión.
— El Parlamento de Japón elige nuevo primer ministro el martes.
— El jueves tenemos cumbre del Consejo Europeo con los jefes de Estado y de gobierno de la UE. Además, Hungría celebra su día nacional.
— El viernes es el 80 aniversario de la entrada en vigor de la Carta de la ONU (algún gobernante debería repasársela de nuevo)
— Se vienen varias elecciones: presidenciales en Irlanda (viernes), elecciones generales en Costa de Marfil (sábado) y legislativas en Argentina (domingo).
— Y ojo, que el domingo tenemos cambio de hora. A las tres de la mañana, serán las dos.
Hasta la próxima semana.