No tiene presentación alguna que el nuevo superintendente nacional de Salud —nombrado directamente por el presidente— acredite en su hoja de vida haber sido el anterior interventor de la Nueva EPS. Es una situación irónica por su pésima gestión, consignada por la propia Contraloría General de la República en su último informe, que condujo a la debacle de la entidad y a la desatención que hoy viven miles de pacientes. Un interventor que no fue capaz de entregar los estados financieros de la entidad y en que acumuló más de mil días en órdenes de arresto, por fallos en su contra, por la falta de atención de los afiliados a dicha EPS.
Tampoco tiene presentación que su sucesora en la interventoría no haya podido superar los exámenes que le aplicaron en el proceso de selección y que también sum