Era un martes 15 de octubre de 1985. Yo estaba rotando en urgencias como residente de primer año de medicina interna. Salí del Instituto hacia las 7 de la noche. Al día siguiente tenía guardia. Mi bella esposa Lila estaba al final del primer embarazo. Cuando llegué a casa, la encontré con un charco de agua en los pies. “Se rompió la fuente. Vámonos al hospital porque nace en unas horas”. ¿Cómo sabes?, me preguntó. Porque si no nace en unas horas, hay que sacarlo, ya que, a partir de la ruptura de las membranas, el riesgo de infección fetal aumenta, le contesté.

En la vida intrauterina el feto está dentro del saco amniótico que forman estas membranas, que lo protegen de infecciones. El feto está flotando en líquido amniótico, por lo que en esta etapa de la vida no respira. La sangre oxigen

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