En julio de 1819, Simón Bolívar enfrentaba uno de los momentos más difíciles de su carrera militar. En el Pantano de Vargas, las tropas patriotas se batían en el lodo, exhaustas y desorganizadas, mientras los realistas españoles mantenían la ventaja. Fue entonces cuando el Libertador recurrió a su última reserva: la Legión Británica, un contingente de soldados extranjeros que había cruzado el Atlántico para luchar por una libertad que no era la suya.

La Legión Británica, compuesta por miles de soldados reclutados en Londres, fue integrada al ejército patriota para compensar la falta de instrucción militar. Muchos de ellos habían combatido en Waterloo y en las guerras napoleónicas.

Su comandante en esa jornada fue el irlandés James Rooke, quien había reemplazado al oficial Wilson. Al ver

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